Las tormentas de arena pueden desplazarse a lo largo de enormes distancias, y es por esto por lo que es posible encontrarse con una de ellas en mar abierto. Si la tormenta contiene gran densidad puede constituir un peligro meteorológico, aunque las consecuencias no son tan graves como puede parecer, salvo por los desperfectos que pueda ocasionar el viento o la falta de visibilidad.
En general, están causadas por tormentas o fuertes gradientes de presión asociados a ciclones que incrementan la velocidad del viento en una amplia zona. Estos fuertes vientos arrastran grandes cantidades de arena y polvo de suelos desnudos y secos a la atmósfera y los transportan a miles de kilómetros de distancia.
Algunos de los lugares donde más frecuentemente ocurre esto son el Sáhara africano, las Grandes llanuras del norte de América, el desierto Gobi de Mongolia o el desierto chino de Taklamakán.
Ver una tormenta de arena sobre el Océano Atlántico, las costas de Canarias, España o Gran Bretaña puede ser algo normal, y ya de manera más extrema también pueden tocar el Mar Caribe.
Estas gigantes nubes de polvo pueden llegar a transportar entre 2.000 y 3.000 millones de toneladas por año. ¿Te imaginas contemplar este espectáculo en alta mar?